A mi juicio, existen generalmente dos formas de evaluar los contenidos documentales. En las ciencias sociales o las artes siempre puede haber diferentes puntos de vista. Normalmente el documental muestra un sesgo de «opinión» del productor/director (aunque sea fiel a los hechos), y eso se sabe y se acepta.
Pero en las ciencias «duras» los contenidos se basan en pruebas científicas generalmente aceptadas. En todo caso, se contrasta la interpretación de los resultados de las pruebas con las diferentes visiones de los científicos que las evalúan. Siempre es así. ¿O no?
En el documental «Lo desconocido: la cueva de los huesos», una producción de Netflix, un equipo de antropólogos liderado por Lee Berger expone un hallazgo presuntamente revolucionario basado en restos encontrados en una caverna sudafricana en 2022: una especie de primates no humana (Homo Naledi), catalogada por el mismo equipo en 2015, que 250,000 años atrás practicaba enterramientos, desarrollaba herramientas y tenía expresión artística.
El problema es que las tesis de Berger han sido ampliamente rebatidas por la comunidad científica. El «paper» en el que se basa el documental fue sometido como es habitual a un «peer review» por parte de tres científicos destacados: todos rechazaron sus conclusiones. En otra polémica decisión, el contenido se dio a conocer al público, antes de que se finalizara la revisión.
Básicamente, las críticas publicadas en las revistas «Science» o «Nature» y en otros medios apuntan a que Berger sacó conclusiones demasiado rápido (en meses y no en años), ignorando pruebas básicas y cualquier hecho que contraviniera su tesis. Algunos científicos incluso discuten la premisa básica de que su trabajo se realizaba sobre una especie de primates «original» y sostienen que la clasificación de la especie fue mal realizada ya en 2015. Para estos críticos, como Tim White, profesor de la Universidad de Berkeley, el «Homo Naledi» no es más que un «Homo Erectus».
Pero además, las pruebas de los hallazgos «revolucionarios» no son para nada convincentes. María Martinon-Torres, antropóloga española del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, lo dice claramente «No han pasado la prueba de demostrar un enterramiento deliberado». Y ella es una experta que ha identificado enterramientos de 78,000 años atrás.
Entre otros elementos, Berger descartó rápidamente que los restos fueran enterrados naturalmente por procesos geológicos. Por otro lado, ignoró la existencia de herramientas para cavar y otros restos culturales (presentes en otros yacimientos). También descartó, sin evidencia, la posibilidad de que las marcas en las rocas fuesen realizadas en otra fecha por especies humanas.
En definitiva, nada de esto se cuenta en el documental, lo que cambia completamente la perspectiva del espectador. De ser una visión particular del análisis de las pruebas, se presenta como una evidencia aceptada por la comunidad científica lo que no en absoluto cierto.