Uno de los personajes que aparece en «La legión secreta del sur» tiene una faceta poco conocida, aunque totalmente histórica, basada en los hallazgos obtenidos en los archivos alemanes de la Primera Guerra Mundial. Se trata del Manuel Baldomero Ugarte, miembro de los círculos intelectuales de la época en diferentes roles: periodista, editor, escritor, conferencista y otros. Formaba parte del círculo que se reunía en torno a la familia Bunge, del cual formaba parte el canciller argentino Carlos Becú. De allí la relación que se muestra en el libro.
Durante la I Guerra Mundial, las potencias en conflicto contrataron una cantidad de agentes con nacionalidades de los países neutrales para realizar tareas de espionaje y propaganda. En algunos casos apoyaron a empresas «fantasma» (periódicos, casas comerciales, sitios de reunión), creadas para ocultar el pago de sus servicios. Estos agentes eran importantes porque su nacionalidad neutral les daba mayor facilidad para moverse entre países y, si la fachada era buena, eran excelentes propagandistas para la causa a la que servían.
Los archivos alemanes, desvelados por Jamie Bisher en su libro: The Intelligence War in Latin America, 1914-1922 (2016), definen a Ugarte como el «agente mejor pagado de Iberoamérica». Esto no es es raro conociendo un poco el perfil del personaje, como se intente describir en la novela. Ugarte era un rico heredero y gastaba muchísimo dinero en viajes, ropa cara y comidas en sitios carísimos. Probablemente los alemanes ya establecieron contacto con él en los años inmediatamente anteriores a la guerra porque desde 1910 escribía artículos de tono fuertemente nacionalista y antiestadounidense. Ya en 1915 fundó el periódico argentino «La Patria», que fue un fracaso económico. Probablemente para entonces ya había dilapidado su fortuna y dependía enteramente de los aportes alemanes.
Como se relata en la novela, a finales de 1916, el Reich le encargó una larga gira propagandística por México, con el fin de agitar al pueblo azteca en contra de los EEUU, como acción complementaria de la alianza militar ofrecida al presidente Carranza. Hay que recordar que, en ese momento, el ejército de los EEUU mantenía una fuerza de 10,000 hombres internados casi 200 kilómetros en territorio mexicano en Colonia Dublán, con el fin de perseguir a las guerrillas de Pancho Villa, que asolaban la frontera.
Los archivos demuestran que el embajador alemán Von Eckardt se encargó de la logística y de pagar todos los gastos del carísimo agente. Las conferencias/mitines de Ugarte, un excelente y apasionado orador, atrajeron a miles de personas, pero fracasaron en su propósito principal: el presidente Carranza había llegado a un acuerdo con EEUU para que estos retiraran su fuerza de intervención y no pensaba cambiarlo.
A pesar de este fracaso no es nada sorprendente que en los años ´40, Ugarte, que siguió militando en el nacionalismo argentino, estuviese muy cerca de las posiciones alemanas. Y que luego del acceso de Juan Perón al poder ocupase varios cargos diplomáticos.